El año pasado, sin duda, fue muy significativo para todos nosotros, grandes pérdidas, grandes incógnitas y grandes desafíos a los que tendremos que hacer frente como sociedad.
Para todos los que formamos Soulsight y Wander, los rituales son importantes, reflejan y humanizan… por eso quisimos hacer un encuentro especial con todos vosotros, para poder compartir nuestra mirada sobre todo lo que había acontecido. Y quisimos hacerlo reivindicando el papel de las humanidades en el mundo de la empresa, porque es hora de cambiar los relatos que priman el negocio por encima de las personas, y las soluciones rápidas por encima de las preguntas de fondo.
Durante tres tardes y rodeados de muchos de vosotros, tuvimos la suerte de contar con grandes personas y profesionales que nos acompañaron en un viaje alrededor del dolor, la incertidumbre y la esperanza. Tres grandes temas que queríamos abordar por su relevancia y su naturaleza, eminentemente humana. A todos ellas, como a nosotros, les unía una gran pasión por el ser humano.
El porqué de las cosas lo explican la medicina y la ciencia. Pero la razón última, el sentido de las cosas, es la materia de la Filosofía, y de las humanidades, en general.
Comenzamos hablando del dolor. A lo largo de la historia, todas las sociedades humanas han integrado el dolor dentro de su visión del mundo. Le han asignado un valor concreto —ya sea positivo o negativo— y un espacio privilegiado dentro de su cultura y códigos éticos.
Podemos pensar en el dolor como un obstáculo para la realización humana, como una herramienta para la superación personal rumbo a la perfección —catarsis o purificación hacia la plenitud— o simplemente como un acontecimiento inherente, que no contiene ningún «valor» para la superación de este complejo y variado estado de cosas llamado vida.
En cualquier caso, al reflexionar sobre nuestra existencia, sobre la vida humana, resulta casi inevitable no sorprendernos y estremecernos sobre el fenómeno del dolor. Vivir conlleva necesariamente momentos de sufrimiento.
Por eso, el dolor ha sido como un despertador para las preguntas filosóficas. Puede decirse que el dolor es una incómoda manera de volvernos filósofos. Hoy nos encontramos todos colectivamente asaltados por los mismos interrogantes filosóficos. Las preguntas aburridas que uno encontraba en el libro de filosofía se transforman en dolorosos dilemas con los que la vida nos enfrenta.
Entender el dolor del otro nos acerca como sociedad y nos ayuda a desarrollar nuestra empatía. El filósofo Gregorio Luri iba más allá y nos compartía su visión de cómo el dolor nos permite relacionarnos con la belleza y como en el momento que podemos describirlo, empieza a remitir.
La escritora Mar Abad, también hacía una interpretación muy necesaria para saber cómo afrontarlo: «El dolor tiene mucho de voluntad y actitud. No elegimos las circunstancias de la vida pero sí cómo afrontamos estas circunstancias».
Continuamos reflexionando sobre la incertidumbre y cómo nos encanta hacer conjeturas que nos ofrecen un grado de satisfacción meramente relativo, llegando a creer que tenemos un cierto control sobre nuestras vidas.
Cada vez parece más natural que el ser humano pretenda dominar su medio para garantizar su seguridad. ¿Pero acaso podemos estar seguros de algo? La actual crisis sanitaria se ha presentado como un hecho social de gigantescas consecuencias y nos ha confrontado a la verdad: no lo podemos controlar todo, no podemos tener total seguridad de nada, la vida humana siempre está sujeta la incertidumbre.
Nuestra actual creencia en que podemos controlar todos los aspectos de la existencia nos ha colocado en una posición de vulnerabilidad difícil de asumir por todos nosotros. Hay gente que se ha visto paralizada por la incertidumbre, y esa ausencia de certezas les ha provocado mucho dolor. Pero ojo con las consecuencias, el filósofo Javier Gomá comentaba que un exceso de control nos puede convertir en seres robotizados, y muchas de las cosas que hemos construido como sociedad hasta el momento tienen que ver con lo fortuito y con el azar.
Por la tanto si mediante la reflexión y el conocimiento aprendiésemos a gestionar debidamente esa falta de seguridad absoluta, que es imposible encontrar en la vida, quizás pudiéramos adentrarnos en lo verdaderamente importante y evitar caer en los falsos dilemas que se nos han presentado a lo largo de estos meses como por ejemplo «la economía o las personas».
La conversación parece que es una magnífica herramienta para conseguirlo, según la Catedrática de Lengua Estrella Montolío, que nos deleitaba con una apuesta creativa y muy poco abrazada en las organizaciones, decía que las conversaciones francas, en modo monotarea son las que realmente nos unen los unos con los otros y aseguraba que podremos resistir si conversamos, ya que las buenas conversaciones tienen un impacto en nuestra salud emocional y física, nos curan.
«Hemos descubierto que cada uno de nosotros somos funambulistas,
que caminamos por un hilo de alambre»
–Estrella Montolío
Y por último, cerramos el encuentro hablando de la esperanza.
Desde el mundo antiguo, la esperanza ha sido considerada una virtud y uno de los fenómenos más asombrosos del ser humano. A lo largo de la historia la utopía ha pretendido llevarnos al mejor de los mundos, sin duda hoy debemos ceder ese lugar, a la esperanza de un mundo mejor. Una realidad mucho más accesible para todos y de la que cada uno de nosotros nos deberíamos hacer responsables. Las crisis, las desgracias colectivas, la emergencia planetaria, deberían despertar nuestra esperanza. Porque sin esperanza, la vida no sería vida, carecería de sentido de sí misma. Carlos Romero, doctor en humanidades, nos recordaba que estar hoy donde estamos es la mayor prueba de esperanza, haciéndonos conscientes de las durísimas pruebas que se han sucedido a lo largo de la historia hasta nuestros días.
El humanismo debe regenerar esa gran aspiración permanente de la humanidad a un mundo mejor. Y las organizaciones tienen una gran responsabilidad. Antonio Garrigues, Presidente de la Fundación Garrigues, compartía en ese mismo encuentro que «una de las claves del liderazgo es transmitir moral, el decir, transmitir esperanza».
«Cambiaría la superficialidad por la radicalidad,
volver a lo sencillo, a la raíz»
–Carlos Romero
Desde Soulsight, comenzamos el nuevo año llenos de esperanza, y con muchos más aprendizajes. Seguimos sin saber qué nos deparará el 2021, pero afortunadamente somos conscientes de que eso ya no importa, porque es en el presente donde vamos a vivir el resto de nuestras vidas.
Nos sentimos afortunados, a pesar de todo el sufrimiento que hemos vivido como individuos, como equipo y como sociedad, porque las grandes crisis entrenan la fortaleza de una manera abrumadora. Y nosotros ahora somos más fuertes.
Nos sentimos agradecidos porque el sufrimiento, cuando se comparte, te hace más resiliente, más empático. Porque a lo largo de todos estos meses hemos sentido el calor y el apoyo de todos nuestros clientes, y de una comunidad maravillosa de wanderers, que ahora está más unida que nunca.
Por todo esto, seguiremos trabajando este año y los que vengan, poniendo toda nuestra energía en que cada proyecto, cada iniciativa, cada encuentro y cada conversación sean una demostración de amor al ser humano, una demostración de que hoy más que nunca es tiempo de humanizar.
A continuación, si no pudiste asistir o si quieres revivirlas, te dejamos los vídeos de las charlas para tu disfrute e inspiración.
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